Amarte. Educarte. SER

Tiempo de lectura: 2 minutos

Antes de ser padres y ser madres (SER), un camino bonito (y previo a veces bien necesario) para recorrer es encontrarse y conocerse por dentro. Limar dentro de nosotras esas partes que no entendemos o que no hemos llegado a comprender del todo. Sí tienes algo pendiente averígualo. Estira del hilo. Responsabilízate de ti, de tú vida. Solo con ese paso, bien duradero, te responsabilizas de tu propio afecto y de tus propias emociones. Y desde ahí poder saber que llevas dentro para dar. Para entregarte en esta educación con tus hijos e hijas.

Sentarte, pensar y crear ese diálogo interno de cómo quieres compartirte con la otra persona. Porque el acoger/adoptar a un niño o de dar a luz a tú hijo biológico es querer compartirte. Es querer dar todo eso que llevas dentro de ti. Conocer qué llevas dentro. Qué has aprendido de esas experiencias de vida. Es conocer qué filosofía educativa escoges para guiar(te).

Porque en esto de educar es mucho más que seguir el camino que tu padre y/o tu madre iniciaron junto a ti. Tú lo puedes re-convertir en otro querer hacer: desde lo bonito de tú esencia. Desde lo que tú has ido experimentando dentro de ti. Desde el respeto a lo que te han enseñado y has aprendido para hacerlo de otra manera. Porque el educar es evolución. Porque tú persona evoluciona y es natural querer darle a tu hijo e/o hija algo más novedoso, auténtico y consciente.

En ese SER guía y ESTAR presente en la vida de un nuevo SER, es relevante que le demuestres todo tu amor.

Escuchar ese instinto que llevamos dentro para saber qué te está pidiendo que le enseñes de este mundo que os envuelve. Porque es vuestro mundo. Es vuestra realidad y así la va a interpretar. Así lo va a escribir su propia historia de vida.

Dejarse guiar por otras personas que tienen una perspectiva de crecimiento y pueden ser tú guía es de valientes. Creéme. Inspírate de otras personas. Déjate acompañar. Házte bonito este camino de educar a un SER.

El despertar de las consciencias humanas ha aumentado el cuestionar ciertos hechos que se seguían reproduciendo porque sí. Sin saber bien hacía dónde nos dirigíamos con esa reacción. Ahora, afortunadamente, en ese querer dar lo mejor de nosotros nos lleva a un sí saber qué quiero que aprenda mi hijo e hija: quiero que sea responsable, autónomo, respetuoso, y que esté lleno de amor por dentro. Y fundamentalmente, saber cómo quiero enseñar todo eso.

En ese camino que recorréis diariamente lleno de nuevos retos y obstáculos constantes, os afirmo que no tenéis por qué hacerlos solos. Rodearos de lo que en verdad sí queréis que forme parte de vuestra familia: ese diálogo y conversaciones que aportan, que están llenas de aprendizaje, de comunicación, de respeto y de amor.

Ay el amor! De verdad que para mí el amor es la vértebra de toda la educación familiar. Con mi experiencia profesional, he observado que más del noventa por ciento de los niños y las niñas tenían falta de cariño y amor bestial. No habían podido sentir qué es eso del amor en familia. No han sentido qué es que le quieran bonito, bien sano y respetuoso. Sé consciente de eso y darlo, sin peros. sin excusas. Solo siéntelo.

Deja un comentario