Ser guía en su autonomía

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La autonomía es lo que nos da el motor del hacer. Para mi, ser más autónoma me hace sentir libre, saber que no dependo de nadie. Creo que la autonomía es la plenitud de sentirse suficientemente capaz y ser responsable en pequeñas decisiones diarias. La autonomía en los más pequeños (en las personas dependientes) se crea, se desarrolla y se expande siendo el adulto quién la lidera, orienta y redirige.

Con pequeños actos adaptados a su edad, puedes enseñarle a ser cada vez más autónomo. Educar es estar preparado a vivir las etapas de vida de tu hijo e hija. Verle crecer es ir reconociendo y aceptando que cada vez va siendo más autónomo. Tener autonomía no quiere decir ser independiente. No es lo mismo.

Lo que sí es compatible con ésta es la dependencia. Tu hijo e hija conforme va creciendo, va adquiriendo una autonomía mayor porque su desarrollo, en general, se lo van permitiendo. Tú hijo seguirá siendo dependiente de ti en sus necesidades más básicas: ropa, alimentación, estudios… La dependencia no debe de ir ligada al incumplimiento de sus responsabilidades y obligaciones. La autonomía es la que da ese acción en las tareas. En ausencia de autonomía, se manifiesta lo que yo llamo la doble dependencia. Ser dependiente en otros aspectos que no son necesidades básicas y que sí puede hacer por ella misma.

La autonomía da conocimiento, aprendizaje y experiencia. Ésta última es la principal para que puedan practicar conforme van creciendo. La experiencia de la vida es maravillosa. Con ella los niños y las niñas pueden descubrir el mundo y crear su propia realidad de éste. Porque tú tienes una distinta de la mía, por ejemplo. Esta realidad depende mucho del contexto en el que vives. Tu hija se a criar en un contexto vivencial que dependerá de lo que les dejes hacer (autonomía).

Encontrar el equilibrio al proteger es complicado. Le separa una fina línea hacia la sobreprotección. Y ésta, daña al niño al impedirle que se desarrolle en autonomía. Esta se puede dar en situaciones en las que la niña nos pregunta constantemente los pasos que debe de hacer antes de hacer una tarea rutinaria. Cuándo esto sucede, no le estamos dando autonomía en las tareas y no les dejamos pensar. De esta manera el niño centra su aprendizaje en obedecer al adulto, siguiendo sus ordenes estrictas sin pensarlas él mismo. Es decir, darle espacio a pensar para que sea partícipe de su aprendizaje autónomo. Ser más guía que divulgadora de acciones.

Sin autonomía no hay responsabilidad en sus actos. Si cuándo deben de tomar decisiones las tomamos nosotras por ellos, les sobreprotegemos y los hacemos irresponsables de sus propias decisiones. Pedirles que sean responsables actuando como padres y madres de esta manera es incoherente. Otra forma de hacer en la educación familiar es acompañar sin tomar las decisiones por ellos. Darles la oportunidad de que ellos decidan desde qué posición quieren ser responsables. La vida está llena de tomar decisiones, enseñémosles a eso. Solo desde esta posición lo protegerás porque serás su guía y su referente. Le enseñarás a caminar por la vida con autonomía y responsabilidad.

Considero que el adulto es el responsable en que el niño no aumente su autonomía ni sea responsable de sus actos ni el propio niño valore sus avances en su desarrollo. Las circunstancias como la falta de tiempo, las prisas, el cansancio y la procrastinación hace que el adulto ponga su esfuerzo para agilizar el proceso. Sí adulto, en este proceso se te pide que tengas mucha pero mucha paciencia. Hay ciertas cosas que pueden esperar, y que ella aprenda a ser autónoma es lo primordial ahora. El resto se puede hacer después de aprender a hacer la tarea del día, a colaborar en casa, o aprender a atarse los cordones de los zapatos.

Busquemos el equilibrio entre la autonomía y la protección. Eduquemos desde la superación de obstáculos, el descubrimiento y el hacerlo de diferentes maneras. O sea, hacerlo que es al fin y al cabo, lo que se quiere conseguir. Dejarles hacer con protección, seguridad y límites para que descubra de lo que es capaz. Para que se descubra. Para que se conozca.

«No hagas por un niño nada que él sea capaz de hacer por si mismo»

María Montesorri

Estar atenta a las acciones que llevas a cabo con tus hijos mientras le enseñas educación. Solo desde ahí, podrás buscar el equilibrio entre la autonomía y la protección. Estos dos ingredientes educativos son la esencia de todo el desarrollo de crecimiento del niño. La guía de la autonomía que le des y la protección que le brindes destacaran por desarrollarse de manera armónica.

Dar autonomía es estar cerca de darles alas para volar. Cada tarea que le hagas implicarse, le estarás cuidando sus alas, las estarás haciendo fuertes para que cuándo esté preparado pueda echar a volar. La autonomía es el proceso de ser constante en el aprendizaje de las tareas más básicas de su vida diaria. Esas alas que va creciendo en él le dará la libertad y la seguridad que necesite para valerse por sí mismo.

Eres su guía en la vida.

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