Nunca se nos pasaría por la cabeza querer hacer algo sin estar. Es imposible y además suena contradictorio, ¿Verdad? Lo primero de todo debemos de estar presentes para poner toda nuestra entrega en algo. Pues en el mundo de los adultos, esto lo veo a diario. Si lo observas con más atención, te darás cuenta que es muy común ahí fuera. Este «hacer sin estar presente» se suele destacar más en el tiempo dado a los niños y a las niñas. Sabemos que sucede porque los adultos nos dejamos invadir por el trabajo, preocupaciones varias y demás pensamientos que nos ocupan demasiado hueco ante lo prioritario. Ahora son nuestros hijos, alumnos, menores del centro de acogida… son nuestra prioridad.
Cuándo estás criando (educando), lo prioritario son los niños y niñas que dependen de ti. Es decir, es emplear tiempo en educar desde la presencia. Por el contrario, sino estamos presentes, ¿Cómo les podemos educar? Creo que aquí recae el pensar que la responsabilidad de la educación está en personas ajenas que lo cuidan en vez de recaer íntegramente en el adulto referente. Sea cuál sea la actividad en la que participe la niña, siempre siempre será el padre y/o la madre quién deba dar esa atención y vínculo en la relación familiar.
Hace poco escuché una charla de Marisa Moya dónde decía que el problema actual es que los niños no están agendados, por eso no se les dedica el tiempo necesario. Como lees, no digo suficiente, sino necesario. Suficiente para mí es un término que designa a lo mínimo e inferior. Necesario aquí es lo que hay que resaltar. Para enseñar hay que estar lo necesariamente implicados en el proceso de responsabilidad educativa.
Últimamente esta frase de Marisa Moya me ronda bastante la cabeza. Usamos grandes agendas, muy bonitas y muy prácticas, en las que escribimos qué tenemos que hacer. En esta planificación se nos olvida anotar qué necesitamos y queremos hacer. Anotar: «pasar tiempo con mi hijo yendo a caminar por el parque de 18 a 19:15h» (por ejemplo) es comprometerte a ello todos los días.
Estar con ellos es más que pasar unas horas de ocio en nuestro tiempo libre. Es querer compartir experiencias, iniciar conversaciones en cualquier momento y lugar. En general, hacerles un HUECO, así en mayúsculas, en nuestro tiempo. No en nuestro tiempo libre. Sino en nuestro tiempo de ocupación. Porque lo que nos ocupa, nos preocupa, y nuestra infancia nos preocupa porque nos importa y es nuestra responsabilidad ATENDERLES.
Sin presencia, no hay atención. Sin atención, no acción. Sin acción, no hay aprendizaje.
En el tiempo de calidad del estar presentes, no tiene cabida estar ausentes de pensamientos. Estar con ellos y pensando a la vez en las tareas pendientes del hogar o en el trabajo, no es ESTAR. El tiempo de calidad es la presencia tanto física como mental. Ni que decir que en este tiempo tampoco tiene cabida estar con el teléfono móvil en redes sociales, escribiendo… Poner todos nuestros sentidos físicos y energéticos para ESTAR. Nuestra presencia educa, da confianza y acompaña.
Los castigos, los gritos, los premios y todas las herramientas educativas que emplees estarán ocupando ese tiempo que necesita de ti. No te olvides que es más importante cómo le haces sentir que lo que haces o dices. Eso deja huella. Creo que uno de los objetivos es exprimir el tiempo creando un ambiente familiar positivo y de confianza. Todo lo que le entregues de ti mediante tu atención plena le estará educando a SER. Los castigos y los gritos no generan tiempo de calidad, de presencia y de aprendizaje verdadero.
Si no estas con ellos, no pueden sentir tu amor. NO se lo puedes hacer llegar porque no se lo entregas desde la presencia verdadera. Si no educas en presencia plena no estás cuándo necesita que le guíes en la toma de sus decisiones. Reclaman tu atención porque la necesitan para crecer y aprender a vivir. Esta es tu misión ahora.
Si esta lectura te ha ayudado a darle más importancia al tiempo con tu hija, ¡enhorabuena y gracias!
Nos leemos.