Cómo bien claro pone en el título «firmeza con límites», ésta publicación está centrada en hablar sobre la firmeza y los límites. Quiero comenzar consultando sus significados en el diccionario. De esta manera, nos orienta para poder tener el mismo concepto sobre el significado de la palabra, y su comprensión en un contexto determinado.
Firmeza:
1. Cualidad de lo que es estable o no se mueve.
2. Voluntad inquebrantable y constancia en la realización de algo
Límites:
- Línea real o imaginaria que marca el fin de una superficie o cuerpo o la separación entre dos entidades.
- Punto o línea que señala el fin o término de una cosa no material; suele indicar un punto que no debe o no puede sobrepasarse.
Así, haciendo un análisis rápido y de cabeza, entre las personas se ha reproducido la frase de que “hay que ser rígido para educar”. La firmeza no es lo que coloquialmente se denomina “ser rígido”. Vamos a ir por partes desmontando éste mito.
El ser rígido parte de lo autoritario, del control, de la imposición de hechos, sin escuchar ni tener para nada en cuenta a la otra persona. Ese estilo educativo se denomina autoritarismo. Se trata de una disciplina severa dónde existe un control excesivo. Se produce un orden sin libertad para el niño o la niña. No se le da ninguna opción para elegir. En general es: “tú lo haces porque yo lo digo”. Aunque en el diccionario en una de sus definiciones de la palabra “rígido” afirma que es una “firmeza en las ideas, los actos o el cumplimiento de las normas”. Hay que tener en cuenta en el contexto en el que se produce. Ahora lo estamos centrando en hacer su uso en las relaciones con el otro. Es decir, en ser rígido e imponer tus decisiones a otras personas, sin dar voz, sin respetar a la otra persona.
La Disciplina Positiva, en cambio, está centrada en todo lo contrario. Te explico. En las decisiones a tomar existe una libertad con orden, las opciones que se les da sí son limitadas. Es decir, es educar con amabilidad, firmeza y respeto al mismo tiempo. La firmeza aquí la lidera el adulto, quien decide su posición ante la situación, cómo va a reaccionar y cómo va a hacer porque la situación se solucione. La frase de esta Disciplina para que lo entiendas sería: “puedes decidir qué hacer dentro de unos límites que sean respetuosos con todos”. Aquí se tiene en cuenta al “yo”, al “nosotros” y al “ellos”.
Como bien afirma Jane Nelsen, la firmeza es importante para demostrar que nos respetamos a nosotros mismos y respetamos las necesidades de la situación. Empleando la rigidez, esto último no lo tenemos en cuenta. No hacemos por cuidar la situación y el ambiente que se genera.
La firmeza debe de ir acompañada de la amabilidad. Ambas son esenciales dentro de la Disciplina Positiva. ¿Te has dado cuenta que la palabra “amabilidad” empieza por AMA? Eso es. Educar debe de ir unido al AMOR. La Disciplina con amor, ambas son bien complementarias. A expresar tu amor y darle ese toque a la firmeza. Es simplemente atraer lo humano o la base de la creación de las relaciones.
Estamos de acuerdo que no es respetuoso consentir a los niños y las niñas. Es ahí donde se debe de establecer los límites. Es aquí donde estos hacen su papel y actúan siendo eficaces. Ahora bien, se aproxima explicar otra diferencia entre los límites y las normas. Creo que se pueden llegar a confundir.
Hay una cierta línea que las diferencias la cuál es crucial. Los límites los aprende la propia persona y es la que se marca con su propia vida para protegerse y cuidarse. En cambio, las normas están más relacionadas con aspectos externos, dependiendo del lugar en el que nos encontremos tendremos que respetar unas normas u otras en concreto. Sin embargo, los límites no dependen de nada del exterior sino todo lo contrario. Allí dónde se encuentre la persona los lleva con ella, aplicándolos y defendiéndolos en cualquier lugar, momento o circunstancia. Tú, cómo persona adulta referente, debes delimitar los límites aunque para ello, antes debes de integrarlos tú, y ponerlos en tu vida para enseñarlos a los demás.
Si quieres que aprendan mediante límites, enséñales poniéndotelos tú primero. (De aquí la firmeza). Por ejemplo, cuándo ellos te pidan algo en ese momento y no puedas, amablemente dile cuándo lo atenderás y cúmplelo. Sé real. Si surge algo prioritario inmediato cuéntaselo y vuelve a quedar con él. Sino es prioritario, comunica que tu hija es tu prioridad ahora. Si te escucha en esto le ayudará también a sentir el sentimiento de pertenencia. Tú mismo marca tus límites personales y enséñaselos así. Ellos seguirán tus pasos. Debido a que su cerebro sigue en desarrollo (hasta la edad adulta su cerebro superior no está formado plenamente), se convierte en uno de los motivos claves por los que se ha de fijar los límites claros y ayudarlos a comprender lo que sí es aceptable.
En el uso de la amabilidad y la firmeza (haciendo uso de los límites) es el adulto quien debe de liderar la situación manteniendo la calma y el respeto. (Por ejemplo imagínate en un conflicto familiar). Es bueno en este caso hacer preguntas de curiosidad y de reflexión como por ejemplo: “¿Qué crees que lo ha provocado?”; “¿Qué se te ocurre para solucionar el problema ahora?”. Por último quiero añadir, que la firmeza va ligada a ser tú coherente con lo que dices y con lo que haces. Te lanzo una pregunta para orientarte con esto:
“¿Los mensajes que les quiero transmitir a mis hijos e hijas van acorde con la lección que le quiero enseñar?”
Os quiero compartir un listado de frases que podéis incorporar en vuestro diálogo y comunicación para educar en amabilidad y firmeza.
- “Ahora va a tocarte a ti”.
- “Sé que sabes decirlo sin faltarme al respeto”.
- “Te quiero y voy a esperar a que los dos seamos capaces de tratarnos con respeto para seguir esta conversación”. (solucionar los problemas desde la calma)
- “Sé que puedes pensar una solución útil”.
- “Hablaremos de esto más tarde. Ahora es hora de subirse al coche”.
- “Ahora tenemos que salir de la tienda. Volveremos a intentarlo más tarde”. (En situaciones en las que el niño está teniendo un berrinche).
- “Te has equivocado. Eso es genial. ¿Qué podemos aprender los dos de eso?”.
- “Te quiero, y confío en tu capacidad para resolverlo. Yo estoy aquí para lo que necesites”.
Cómo podéis observar, es más que evidente que dentro de la manera de relacionarnos no hacemos uso de los castigos, ni gritos, ni amenazas ni pegarle (por muy pequeños en intensidad que sean como las cachetadas… ). Todo eso es irrespetuoso, viola sus derechos además que no es nada beneficioso para el vínculo sano entre ambas. No le estás enseñando una buena gestión emocional.
¿Qué habilidades de resolución de problemas y habilidades comunicativas le estás enseñando y le quieres enseñar?
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