La coherencia es el orden en la educación

Tiempo de lectura: 3 minutos

Sí pienso en educación, hay miles de palabras que me vienen a la cabeza que son importantes para mí, para calificarla. La educación es por sí misma es un todo que necesita de otras acciones que la complementen para actuar en sintonía. Y, por ende, ser enseñada en sintonía. De ahí la afirmación del título: «la coherencia es el orden en la educación».

Cuándo los adultos educamos (recuerdo que educar es más que dar ordenes ) necesitamos que nuestro mensaje sea entendido y comprendido por y para el niño o la niña.

En la educación no hay términos que divaguen: o es o es. O tú como adulto quieres que haga una cosa o tú como adulto quieres que aprendan otra. En las acciones que hagas marcarás los límites personales que quieres que aprendan. Y aquí es importante que seas coherente, claro y directo con lo que quieres enseñar.

Ser coherente es saber lo principal que quieres enseñar. Ser coherente es no divagar entre tus elecciones. Los niños y las adolescentes nos necesitan disponibles y accesibles. Dentro de esta entrega e implicación necesitamos que nos vean coherentes con las decisiones que tomamos (sobre todo la que atañen con ellos). Desde mi opinión, esto lo veo muy visible en estilos educativos permisivos. Es un ejemplo claro que podemos observar cuándo el adulto cambia de opinión para satisfacer al niño. Enseñar es ser coherente con lo que verdaderamente quieres.

Se me ocurre pensar que la incoherencia en educación es ante una situación en la que mis palabras dicen una cosa y mis acciones dicen otra. El ejemplo clarísimo que se me viene a la mente es cuándo mostramos nuestro amor al educar. El mostrar amor en todas las formas independientemente de lo sucedido. Eso es coherencia.

La coherencia en la comunicación marcan el orden en el que le enseñas a vivir y a priorizar. Ellos te van a agradecer (o no en ese mismo instante) y sí se sentirán bien. Le estás enseñando el orden de la vida. Nos centramos demasiado en el orden exterior y le damos poco espacio al orden interior. El orden de nuestros pensamientos, de nuestras palabras y de nuestras acciones. Cuándo alguien actúa en incoherencia solemos decir: «es un sin-sentido». Pues la coherencia le da sentido a la conducta que tenemos pues están coordinadas con nuestras palabras, pensamientos, acciones y límites que nos ponemos y que enseñamos.

Sin un orden estructurado en las herramientas que llevemos a cabo es muy complicado que la niña o la adolescente nos siga las pistas para integrarlo y hacerlo de esa forma. Más complicado lo tienes cuándo te muestras disperso, difuso y muy fácil de persuadir. Sí las acciones educativas que das tienen un orden, un motivo y una armonía con un aprendizaje de fondo, es una enseñanza más consolidada y con una mayor perspectiva de futuro.

Para educar siendo coherente hay que tener claridad en el mensaje que das para que te siga. Esto está ausente cuándo estás educando entre varios estilos educativos a la vez. Se pueden dar situaciones en las que seas muy autoritario (demasiado rígido y sin muestras de cariño) y otras en las que seas muy permisivo (sin límites y muchas muestras de cariño). No tener claro el vehículo (estilo educativo) que quieres emplear para educar también es incoherente. Es decir, la confusión. el vaivén de las decisiones sin argumentos y el marcarte tus límites educativos.

Te lo pones mucho más complicado cuándo en tu posición como adulto referente no lo tienes claro. Si tus pensamientos no son coherentes con la forma en la que quieres dar el mensaje y lo que quieres enseñar, tu rumbo en educación es difuso y navegas a tientas. Es decir, antes que padres/madres/educadores somos personas. Desde esa primera parcela debemos de tener claro si le quiero educar a base de gritos, de castigos, de aprendizajes conscientes, con respeto, con tensión, en amabilidad y firmeza… ¿Alguna vez te has planteado qué forma usas para educar? ¿Alguna vez te has preguntado sí tus acciones son coherentes con lo que quieres enseñar?

Hacernos estas preguntas nos orientan a saber qué legado en la educación que le doy le quiero dejar. Ser coherente es dejarle en herencia: cómo se ha de comunicar con el entorno y con los demás; es enseñarle a colaborar; la forma en la que queréis co-crear juntos como familia; y el compromiso en las decisiones que tomáis.

Deja un comentario