Sí, hay ciertas situaciones que nos da miedo transitar. Nos puede resultar incomodas por no saber gestionarlas o por lo doloroso que creemos que pueden ser. Educar nos hace toparnos con situaciones en las que nos dan miedo. Pueden ser situaciones por las que estemos pasando ahora o por las que formen parte del pasado lejano y todavía estén sin solucionar.
El miedo no nos deja ser responsables. No nos deja aprender a prevenir que suceda eso que, puede que sí o puede que no, llegue a suceder en esta realidad. Nos bloquea cuándo dejamos que se apodere de nosotras. Sea lo que fuere, si ahora sientes que es tú momento para responsabilizarte de las situaciones pendientes de solucionar, ¡adelante! Las situaciones a las que hago referencia son ciertos traumas que hemos vivido y que no se han solucionado. Siguen estando de manera más invisible, pero están.
Puedes dudar que en qué puede influir esto en la educación que le das a tu hijo. Tus vivencias también lo son los traumas no resueltos ni entendidos por ti. El cómo tú te sientes, el cómo tú te cuidas y el cómo tú piensas sobre ti sí, que afecta en la manera en la que te entregas a tu hijo o hija. Estos tres aspectos determinarán la forma en la que tú reaccionas e implicas ante una situación que afecte a tu hija. Yo siempre he creído que para cuidar hay que cuidarse primero. Y, sobre todo, me centro en la parte emocional y de salud mental. Es importantísimo que le demos valor a esta parte nuestra como adulto. En todo el proceso de responsabilizarte de tu vida, irás adquiriendo esas habilidades positivas para ti, que te permitirán gestionar tus emociones presentes sin mezclar con situaciones pasadas llenas de miedo y bloqueos. Esto forma parte también el educar en presencia plena.
A veces, no necesitamos más que soltar lo interno para dejar entrar lo que sí nos hace bien ahora. El acompañamiento en todo este proceso es esencial. Las familias no estáis solas en este proceso. Afortunadamente, ahora ha cambiado la forma de intervenir y orientar en la educación familiar. Los nuevos avances en herramientas para educar han facilitado el camino de abordaje de las situaciones familiares. La incorporación de la parentalidad positiva y buenos tratos hacia la infancia y adolescencia ha hecho que los adultos de hoy aprendamos a relacionarnos con ese niño y adolescente que fuimos. Mientras educamos, nos toparemos con situaciones que nos pidan reconciliarnos con esa niña y adolescente que fuimos.
Sí que creo que para vivir plenamente hay que saber responsabilizarse de los actos de una misma. Tomar las riendas y solucionar lo que creamos que está pendiente de hacerse. Es normal vivir ciertas situaciones personales que has necesitado solucionar más tarde y responsabilizarte de ello. De eso se trata vivir. Es decir, aprender con los aprendizajes de la vida a cómo responder ante sus preguntas. Una vez que comienzas este camino de auto narración de tu historia de vida, no tiene final. Te compartiré que yo he pasado por el proceso de solucionar ciertos aspectos no integrados en mi historia de vida. Y te diré que ha sido una de las decisiones más difíciles y complejas de mi vida, y a la vez la más liberadora.
La etapa de la maternidad y la paternidad nos pone delante todos los miedos que tenemos y que no hemos aprendido a gestionar. Los pasamos a ellos sin ser conscientes del todo. Se puede reactivar con un comportamiento de tu hijo ciertos traumas invisibles que aún habitan en ti. Hay ciertos miedos que se pueden pasar de padres a hijos y ahí quedan grabados en su subconsciente. Luego cuándo eres adulta, comienzas a ver que ese miedo no era tuyo, y no te pertenecía. Lo superas. Fluyes. Y ya has resuelto para evolucionar siendo responsable.
Siempre he sido de las personas (y profesionales) que creen que para incorporar nuevas formas de educar hay que hacer una reprogramación interna. Es decir, para aprender a hacer algo nuevo (por ejemplo, educar en positivo con buenos tratos) hay que desechar lo que ya no nos sirve en este momento y en esta etapa de vida. Es evolucionar con lo que estés haciendo ahora. Hay que florecer ante las adversidades para seguir dando. Florecer para que otros florezcan. Y eso es tú camino ahora dentro de la crianza. Ser la persona que le da esas competencias y estímulos para crecer en un entorno sano y buen tratante.
Admiro a esas personas que se han apoderado de sus vidas y han decidido volver a narrar su historia de vida para integrar diferentes situaciones no gestionadas en su momento. Algo muy beneficioso para tu crianza es que le comuniques situaciones por las que tú has vivido. Tú ser participe de su vida y él de la tuya. Si te abres a compartirte mientras educas, te estás ayudando a sanar y a florecer por el camino de la maternidad y paternidad.
¡Ánimo, valiente!