Las personas somos seres sociables. Eso lo escuchamos constantemente. Necesitamos de la relación con otras personas para seguir creciendo, y viviendo, en general. Y, yo te pregunto: ¿te has planteado que con tú simple presencia y saber estar también éstas educando? Educar es un continuo en el tiempo. Yo considero que es un proceso eterno. Un proceso Sempiterno, es decir, que sabes cuándo se produce porque conoces el principio aunque nunca cuándo se termina. La educación familiar se va transmitiendo de generación en generación. El cómo tú te relacionas, tú decides o tú respondes ante una situación, ya estás siendo un modelo de cómo actuar ante la otra persona. Mediante las relaciones considero que sí nos educamos por el simple hecho de que aprendemos de éstas: del trato con las personas, de los errores que cometemos al relacionarnos, del uso de las habilidades comunicativas y sociales…
La familia es la que se considera como el primer núcleo dónde se genera esas relaciones sociales y comienzan a desarrollar sus habilidades y capacidades educativas, sociales, emocionales… Mediante las relaciones con estos miembros, aprenderán a relacionarse con el resto de personas (en la escuela, con los profesores, en las actividades extraescolares, en el comedor…). Son las primeras relaciones que va a comenzar a tener nada más nazca. La familia, es su primer entorno dónde genera y entrena esas destrezas y habilidades necesarias para relacionarse con el resto de personas. Es por ello que siempre hago mucho hincapié en que los adultos que conforman esa unidad familiar tengan muy claro cómo quieren que sea esa relación. Es decir, cómo quieren alimentar esa base de la relación familiar mediante la educación que le proporcione.
La comunicación es la que nos permite poder expresar nuestras emociones, opiniones, gustos, relacionarnos socialmente… Es nuestra herramienta principal y fundamental que nos permite el contacto con el otro. Se suele emplear con el lenguaje. Es por eso que le doy doble énfasis a las palabras que empleamos con nuestros hijos. El adulto debe de darle valor a las palabras que emplea para relacionarse con su propio hijo e hija. Las palabras son tan importantes que pueden hacer que la base de la relación sea sana o, por el contrario, se generarían relaciones insanas.
Dentro de la Disciplina Positiva se le da mucha importancia a las relaciones familiares. Se cuida y se le da valor a las experiencias vividas dentro de la relación familiar. Según ésta Disciplina, las relaciones horizontales son las más adecuadas para generar un vínculo afectivo sano y seguro. Estas relaciones se caracterizan por estar ausentes de juicios y luchas de poder internas entre los miembros de la familia. En general, creo que optar por tener unas relaciones horizontales favorece aspectos como:
- Los vínculos afectivos sanos
- La comunicación eficaz centrada en el aquí y ahora.
- Valores como la confianza, la comprensión y la empatía.
- Ausencia de abusos y luchas de poder
- Favorece el ambiente seguro y de confianza
Debemos de cuidar estas primeras relaciones ya que mediante éstas les estamos enseñando a comportarse y manejarse por el mundo. Además, de enseñarles habilidades tan necesarias para relacionarse con el otro como son los límites personales. Con varias dosis diarias de afecto, cariño y firmeza alimentamos la base de la relación familiar. Solo así, si ellos lo viven y lo identifican con su autoconciencia, sabrán cómo y de qué manera relacionarse con el otro.
¿Sabéis que aprender a gestionar las relaciones que tenemos en nuestra vida diaria es una de las capacidades de la inteligencia emocional? En siguientes publicaciones (¡No te las pierdas y suscríbete!), iré explicando por qué es importante que dentro del ámbito familiar validemos las emociones que sienten nuestros hijos. Es una herramienta muy empleada en la Disciplina Positiva llena de ventajas positivas para su desarrollo e integridad.
«Con varias dosis diarias de afecto, cariño y firmeza alimentamos la base de la relación familiar»